“Adaptación de las personas al entorno social”

La adaptación al entorno es un proceso natural, en el que las personas modifican sus patrones de comportamiento, buscando ajustarse a las normas y situaciones vigentes en el medio social en el que se encuentran. La adaptación es una forma de socialización secundaria, ya que opera tomando como base las habilidades previas que las personas poseen. En ese proceso de adaptación las personas abandonan hábitos o prácticas que formaban parte de su comportamiento, igualmente adquieren otros más acordes con las expectativas que se tienen de su nuevo rol. 

Las personas en todas las edades tienen la capacidad de adaptarse a su entorno y la oportunidad de aprender de las experiencias vividas. Las informaciones que reciben día a día constituye el insumo que alimenta su conducta, en la cual incide también la herencia y la genética que juntos forman el componente biológico de la personalidad. La incidencia de estos tres componentes no incide en la misma medida, ni de igual manera sobre las personas, sino de manera diferente según la madurez alcanzada por estas. 

El entorno social dominicano, actualmente, está caracterizado entre otros componentes, por realidades de violencia, delincuencia, corrupción e injusticias, además, de un buen número de programas radiales y televisivos con contenido altamente inapropiado para infantes y adolescentes, cargados de mensajes contrarios a las buenas costumbres de nuestra cultura y que en nada ayudan a la educación, ni a la sana convivencia, incidiendo negativamente, franca o sutilmente en el colectivo de la población, situación ésta en lugar de contribuir al desarrollo personal y social fomenta comportamientos inapropiados.

Las personas aprenden de aquello que está constantemente en relación directa con ellos, de lo que llame su atención y de la experiencia vivida, al tiempo que va desarrollando su personalidad como resultado de la interacción de la herencia genética y el ambiente. En las etapas de la infancia y adolescencia aún no se ha logrado de manera definitiva la capacidad discriminatoria y consciente de las causas y consecuencias de los hechos y la conducta. En la adolescencia aún no se ha alcanzado una personalidad estable, debido a que es una etapa de transición, es el periodo de tiempo que se necesita superar para considerarse autónomos e independientes socialmente. 

Infantes y adolescentes aprenden de los modelos que tienen  presentes, que figuran como líderes y que gozan de aceptación popular, en tanto desarrollan la adaptación al entorno que le rodea y construyen su personalidad. De ahí asimilarán patrones de conductas, usaran modas, imitaran sus “líderes” favoritos, buscando ser aceptados en los grupos (sentido de pertenencia) y evitando ser rechazados. 

Es conocida por muchos, algunas de las causas que están empujando ciertos patrones conductuales de tipo manipulables, las cuales parecen tener una intención muy clara que es captar adeptos en el caso de los subgrupos o consumidores en relación al consumo de diferentes tipos de productos.

Esta realidad es conocida, vivida y hasta vista con indiferencia tanto por familias y otras instituciones de la sociedad, como por las entidades gubernamentales llamadas a prevenirlas, enfrentarlas y remediarlas. Con actitudes irresponsables, tirándole la culpa a otros y ninguno asumiendo el compromiso, ni ejecutando soluciones, demostrándose una incapacidad institucional preocupante. Ante esto, además, gran parte de la población pareciera mutilada, inconsciente e incapaz de verla, entenderla y transformarla.   

Según la neurociencia las personas se hacen expertas haciendo algo en la medida en que practican ese algo. Creando a nivel cerebral caminos neuronales sólidos que fijan lo aprendido. Tenemos infantes y jóvenes emitiendo frecuentemente conductas predefinidas de tipo agresivas y delincuenciales como algo normal y natural, motivadas por los patrones explicados arriba.

Ante esas experiencias de aprendizaje se dan dos situaciones, una terrible y amenazante, donde muchos dominicanos desarrollan adaptaciones mentales, afectivas y conductuales que lo llevan a replicar antivalores, y la otra positiva y esperanzadora, en la que las personas aprendan estrategias para comprender y enfrentar esas influencias del entorno y hacen esfuerzos por vivir otros estilos de vida, me refiero aquellos que deciden ser pacíficos, saludables, educados, decir la verdad, hacer cosas buenas por los demás, servir a quienes más necesitan,  aportar soluciones, ponen las personas a reflexionar y revisar su conducta para que se conozcan a sí mismos y analicen el tipo de vida que desean vivir. Son resilientes en estos contextos adversos, de personas conscientes, los cuales deben ser más frecuentes, multiplicándose en su  acción  para que no se perviertan tantos, niños, niñas, adolescentes y jóvenes en nuestro país. 

Ahora bien, en las dos situaciones lo que resulta determinante y más incidente es la pertinencia de la formación en el seno de la familia, y en los centros educativos. Donde hay que garantizar una buena formación para que predomine por encima de las influencias negativas del entorno. Recuperemos la familia y en consecuencia se recuperará la sociedad. Recuperemos la institucionalidad de los estamentos gubernamentales, respetemos las reglas y principios o de otra forma no creo que esté la solución de esos males en nuestro país.  

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