El sabor de los cambios
El sabor de los cambios es una temática cargada de subjetividad que resulta muy interesante. Pero podemos preguntarnos: ¿en verdad los cambios tienen sabor? A esta interrogante podemos responder: si lo tienen, por la carga de sensaciones y emociones que estos implican.
Vivir un cambio es dejar una situación
habitual por otra diferente. Puede suceder en los escenarios, personal,
familiar, social y laboral. Asimismo, vivir un cambio puede referirse a la
acción de sustituir o reemplazar algo. Incluso no solo reemplazar algo sino a
alguien. Aquí reemplazar debemos considerarlo en el sentido de algún tipo de
dependencia hacia otro.
Cuando ocurre un cambio este va
acompañado de nuevos aprendizajes. Dando lugar al surgimiento de una nueva mirada
a lo cotidiano llena de curiosidad y creatividad. Una alteración del estado de
“reposo”, el cual nos había llevado a sentirnos cómodos y seguros en nuestra
zona de confort. Muchas de las capacidades, desconocidas hasta el momento, se
activan para enfrentar de manera exitosa los nuevos desafíos.
Justo ahí, es el momento de impulsar
esas capacidades, ya que se necesitan ahora en tiempos de cambio. Estas son: la
de innovar, crear, no solamente nuevas formas o nuevos procesos. Sino también
forjarse nuevos objetivos. Es el momento para descubrir nuevos caminos.
Considerar ver otros senderos. Comenzar
a sentirse desafiado y disfrutar el buen sabor de los cambios.
Experimentar con libertad la sensación
de amplitud como ser humano, rotas las ataduras. En este sentido, los cambios abren
caminos vastos. Es en el horizonte de la vida donde podemos vislumbrar otras
oportunidades que antes, incluso, no éramos capaces ni de imaginar.
El sabor del cambio rejuvenece, debido
a que nos invita a la renovación y la transformación. Nos sentimos desafiados a ser más útiles.
Tentados en la capacidad de ver con otros ojos las mismas cosas. Descubrir y
considerar las oportunidades que estaban ahí y no la podíamos apreciar.
Otro buen sabor del cambio, es el reto
o el desafío que nos implica como personas. También está el sabor de un fenómeno
que todos sabemos, aunque no siempre estemos en plena conciencia del mismo:
resistencia al cambio. Ese saborcito a veces no es tan bueno, no están grato. La resistencia al cambio no es más que esta
necesidad natural de quedarnos quieto en nuestra zona de confort. No es más que
ese miedo a lo nuevo. El miedo a cambiar, el miedo a transformarse.
¿Qué puede ocurrir? Crear la
motivación y la necesidad para disponer de la suficiente fuerza, capaz de
romper la atadura a la rutina. De modo que, si sabemos y entendemos en forma
consciente de que estamos ante una resistencia, o sea, en la antesala del
cambio, si afrontamos justo ahí, se logra vencerla, y se comienza a disfrutar,
con una inmensa energía, de los beneficios del cambio, de ese buen sabor transformacional
que tienen los cambios.
Comentarios
Publicar un comentario