Toxicidad inconsciente. Por: Dra. Luz Rosa Estrella. 10 de octubre 2020.


El ser humano, muchas veces, enrumba su vida y se encarrila en ella, como quien se sube a un tren del que no puede bajar, cargando consigo decisiones y situaciones que no necesariamente analizó antes si le convenía, y ni cuenta se ha dado que va subido allí. Pero llega un momento donde un cierto estado de conciencia le dice que algo anda mal, revísate. Una alerta que casi nunca recibe atención, más bien la evade y continúa en su extraña zona de confort.

Es que hay personas que parecen veletas, que no se toman un tiempo para pausar, analizar, dudar de algunas informaciones, reflexionar de manera constructiva, viendo los hechos con objetividad y enfocado en criterios de salud mental, y continúa ese derrotero, justamente arruinando su bienestar.

Cae en un perfil de personas contaminantes, les resulta muy fácil seducir, manipular para lograr cosas, y disfrutan su manipulación. Lo ven como una excelente estrategia, sin percatarse de que esto limita mucho el auténtico potencial humano. Se acomoda sin hacer conciencia de que desconsidera a quienes les rodean.

En este escenario, muy fácil se cae en un estilo de personalidad tóxica, que afectará la relación sana y los vínculos con los demás. Según Sternberg la personalidad tóxica está cada vez más presente en nuestra sociedad, también denominó este perfil como altamente dañino, poco ético y muy hábil en cuanto a explotación emocional, egoísmo y arrogancia.

Otras personas, no caen en la trampa de seguir su vida sin propósitos y sentidos claros, pensados y asumidos de manera conscientes, se trabajan las emociones de manera inteligente, fortalecen sus valores, estudian los temas de autocuidado y relaciones estables.

Estas personas conocen de responsabilidad, toma decisiones, actualización académica y superación personal, y cada cierto tiempo pasan por un matiz de prueba lo aprendido junto a su pertinencia y factibilidad, un matiz de evaluación de resultados alcanzados, un matiz de bienestar pleno con indicadores de felicidad no de placer, de vivir sanamente, de vivir en paz bajo cualquier adversidad que depara la cotidianidad.

También, hay personas que deciden de manera conscientes que hacer y qué no hacer, que son capaces de sacar tiempo para conocerse a sí mismos, reflexionar relajadamente sobre su integridad y dignidad, que están dispuestas a perder elogios, vitrinas, fama, por su desarrollo pleno en una vida sana y productiva.

Estas son personas, entre las cuales puedes estar tú, que aprendieron cosas sencillas pero profundas humanamente, aprendieron a ceder, agradecer, disfrutar del logro de los demás, a servir sin esperar nada a cambio, a perdonar y pedir perdón, a darse por amor. Es necesario, en este justo momento que nos hagamos la pregunta, qué tan tóxico es mi comportamiento, en cuál de estas categorías encajo y qué nivel de sabiduría me falta.


La autora es Psicóloga.

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